El duelo entre ingleses y franceses... por sus jardines

Francia y el Reino Unido fueron enemigos íntimos durante muchos siglos. Las ansias de expansión británicas se dirigieron durante la Edad Media hacia la antigua Galia y, de hecho, dominaron grandes franjas de tierra en el continente, en Normandía y en la Gascogne. Francia, por su contra, contestó aliándose con el Reino de Escocia durante muchos años. No ha habido mayor enemistad entre reinos en Europa, quizá, que la que hubo entre franceses e ingleses.

Pues bien, dicha enemistad también se trasladó a la arquitectura y, más concretamente, a la jardinería. Durante el siglo XVII, los ricos europeos contrataban arquitectos franceses (e italianos) para diseñar sus jardines: unos jardines racionalizados, artificiosos, casi científicos, a mayor gloria del absolutismo y el Rey Sol, donde todos los ángulos y perspectivas servían para ensalzar el propio palacio y, con ello, a su señor. El ejemplo más famoso y en el que todos pensamos cuando se nos habla de jardín francés es el de los jardines del Palacio de Versalles, construidos a partir de 1632 en las afueras de París para ejercer como símbolo del poder de la monarquía francesa.



El jardín francés modifica el curso natural de la vegetación, los minerales y el agua para conseguir formas geométricas perfectas, armónicas y simétricas dentro de la barroquidad del "bon goût". La naturaleza servía como frontera para los propios jardines, y dentro de los mismos se convertía en un obstáculo que había que superar para homogeneizarlo con el resto del recinto.

Por contra, el jardín inglés idealiza en cierta forma a la naturaleza, al contrario que el francés. En cierto modo, lo que busca es crear escenas, entornos escénicos destinados a ser pintados por el artista de turno (de hecho, se inspiraron precisamente en cuadros de temática pastoril. Suelen tener un lago, reconstrucciones de templos o edificios en ruinas y extensiones de césped o hierba baja buscando el paisaje idílico. Las colinas, los árboles, las flores y los arbustos adoptan formas libres, eliminando en su totalidad la aparición de la mano humana en el diseño del mismo. En cierta forma, desafía a la autoridad, al absolutismo del jardín francés: caminos sinuosos, naturaleza desatada... buscando reflejar la simbología de la libertad aparecida a raíz de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial.



Quizá el ejemplo más famoso de jardín inglés lo tenemos en Prior Park, en Bath, o los jardines del palacio de Buckingham, en Londres.

Este es un ejemplo de cómo la política afecta también a la arquitectura, en este caso a la jardinería. ¿Conoces más ejemplos en los que la política afecte a la arquitectura? ¿Has estado en Versalles o en Buckingham? ¿Qué estilo te gusta más?¡Coméntanoslo en nuestro Facebook!

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